Marta, era una mujer casada que aseguraba que en su relación de pareja con su marido, ella no era posesiva para nada.
Un día hablando con su vecina Ana, esta le pregunto:
Marta, ¿realmente consideras que en tu relación no hay sentido de posesión?
Ella respondió: No, no lo hay¡¡ Yo no intento cambiarlo en ningún sentido y no le pongo normas. No le digo que no mire a otras y comprendo pues que, como hombre, de vez en cuando se le vayan los ojos mirando. Una persona posesiva sin duda celaría por ello. Y por su lado tampoco sucede eso hacia mi. En mi relación no hay sentido de posesión alguno.
Ana le preguntó: Entonces, ¿no te importaría que si un día le naciera el impulso de tener lo mismo que tiene contigo ,con otra persona y le diera lo mismo mientras te lo sigue dando a ti, lo hiciera no? Ósea que llevara una vida completa con las dos. Que la ame mientras te ama a ti también.
Unos días con una y unos días con otra. Hijos con la otra he hijos contigo, y que practique sexo con la otra por el placer de practicarlo. O incluso que viva con ambas a la vez y vivan todos juntos, y que sea de esta manera con las dos en plena convivencia.
Marta contestó: Honestamente no estoy dispuesta a eso, aceptaría que se fuera con ella y lo dejara conmigo aunque esto me doliera enormemente...pero debería elegir. Ahora bien, no veo que por algo así sea posesiva....precisamente el mero hecho de ver que se va con otra y aceptarlo, me hace ser lo contrario a posesiva.
Ana le dijo: ¿Por que no aceptarías que lo hiciera como te digo?¿es él acaso una pertenencia tuya?.
Marta: No, no lo es pero......
Ana: Mira para Marta guardando silencio....Y al poco le dice: si no es una pertenencia para ti, ¿Cuál es el conflicto con el acto mismo de compartir?
Marta: Rompe a gritar levantando la voz a Ana y le dice: ¿Acaso tiene algo de malo que lo sienta como algo mío?
Ana le dice: Nunca he dicho algo así. Solo pregunté lo que pregunté
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